La vulnerabilidad es una emoción inherente a la creación de lo nuevo ya que crear es hacer algo que no existió nunca. Cuando creamos nos sentimos apasionados pero también vulnerables ya que nos encontramos en plena incertidumbre.
La vulnerabilidad es riesgo emocional. Es la medida más precisa de la valentía.
La adaptación a los cambios tiene que ver con la vulnerabilidad. Si en la empresa no hablamos de miedo y vulnerabilidad como algo normal pero estamos vendiendo a la gente un día sí y otro también el cambio continuo (¿cuantos años llevamos hablando de eso en los cursos de management, de la aceleración exponencial vertiginosa del cambio y la obsolescencia comparado con los primeros siglos de nuestra civilización cristiana?), ¿qué recursos emocionales, estrategias para manejar la vulnerabilidad y el miedo (no sólo la pasión) estamos ofreciendo a la gente? Apenas unas pocas empresas ofrecen coaching para adquirir esos recursos.
Decimos a la gente que se apunte con entusiasmo al cambio continuo sin ninguna herramienta, con un sinfín de eslóganes inútiles. Les decimos a seres humanos que por su normal constitución buscan previsibilidad y seguridad que se apunten al caos con alegría, sin miedo. El miedo y la vulnerabilidad están tan prohibidos como si sentirlos y manejarlos nos fuera a dejar fuera de juego. Sí, nos dejan fuera del juego de la huída hacia adelante, tan peligrosa.
Las personas sanas psicológicamente, que son las que necesitamos en las organizaciones, pagan un precio emocional tan tremendo por esas negaciones que se convierten en menos sanas que cuando entraron . En poco tiempo a veces. Si no dejan la Organización, ésta ha transformado la gente sana que necesitaba en gente cínica, resentida, manipuladora o sumisa y obediente cuya aportación de valor es prácticamente nula.
¿Es un buen plan? ¿Es lo que queremos?