Trabajar todo el tiempo no es la respuesta.
Hemos de tener claras seis reglas básicas y también las preguntas que formulo al final.
La salud y por tanto la productividad del trabajador dependerán de la claridad de conceptos del manager, en primer lugar, pero también de sus colegas, proveedores, clientes y del propio trabajador.
El Covid ha llegado de repente, muchos tele-trabajamos, pero esa nueva cultura tenderá a generalizarse en muchos ámbitos. Ya existía como una opción, como una deferencia a las necesidades personales de los trabajadores. Lo hacían las friendly companies para fidelizar a los mejores. Ahora lo hacemos muchísimos cada día y es posible que se generalice porque las herramientas para tele-trabajar están aquí.
Pero ¿estamos preparados?
En estos momentos es fácil que los empleados y directivos, con la familia en casa y con jornadas laborales interminables lleguen a grandes niveles de estrés. Si no se esfuerzan y les ayudan a separar la jornada laboral del tiempo personal, rocen o se sumerjan en el burn out. Se quemen más ahora que cuando soportaban grandes colas en su coche escuchando un audio de inglés o buena música.
Como con cualquier situación nueva y que probablemente ha venido para quedarse, es conveniente ser muy proactivos.
6 Reglas básicas para separar vida personal y vida profesional:
1. Vístete como si fueras a trabajar
2. Empieza a la misma hora
3. Date los tiempos de pausa que acostumbrabas a hacer
4. Mantén tu “out of office” cuando ya no sea hora de trabajar
5. Coordínate mejor con tus interlocutores, establece pactos para vuestro funcionamiento. Los líderes tienen la máxima responsabilidad en esto
6. Focalízate en lo importante, páctalo con tus interlocutores
Al trabajar en casa mucha gente se siente obligada a dar la imagen de productividad. Eso puede llevarla a ser más reactiva, a contestar a todo porque el mensaje es “sí sí, estoy aquí, no estoy jugando con mis hijos o en el supermercado”. De esta manera nos olvidamos, por miedo a que nos tomen por profesionales poco comprometidos, de la auténtica aportación de valor de nuestra misión que es lo que cuenta y también del tiempo que estamos trabajando.
¿Sabemos todos cuál es la aportación de valor de nuestro puesto? ¿se ha definido negro sobre blanco? ¿se puede medir? ¿lo tenemos todos claro?
Si no es así y trabajamos reactivamente tirando sobre todo lo que se mueve, nos quemaremos, dejaremos de tener jornadas de trabajo suficientemente saludables y por tanto productivas.